Si se cumplen las previsiones de diferentes organismos, el despliegue masivo empezará en 2020, con ventas de entre nueve y 20 millones, sumando eléctricos puros (EV) e híbridos enchufables (PHEV). Pero China tiene ya como objetivo un 10% de matriculaciones de eléctricos para ese año, unos 2,5 millones de coches.
Según un optimista estudio de Deutsche Bank, para esas fechas el 11% del mercado europeo serán eléctricos y enchufables, 1,7 millones solo en 2020. Además, algunas previsiones indican que en 2035 supondrán ya entre 40 y 70 millones en todo el mundo. Y en 2040 harían falta 600 millones de eléctricos matriculados para cumplir los acuerdos de París sobre cambio climático.
EL PRECIO, ASIGNATURA PENDIENTE
La realidad es que el coche eléctrico es todavía caro y en muchos casos supone un 50% de sobreprecio sobre uno convencional del mismo tamaño. Las ayudas oficiales como el Plan Movea y los descuentos de las marcas reducen mucho la diferencia, pero les falta continuidad.
Y aunque el coste de combustible permite ahorrar un mínimo de cinco euros cada 100 kilómetros, no basta para equilibrar el mayor desembolso inicial. Solo con un uso continuo en ciudad y el ahorro que supone aparcar gratis en zonas reguladas, o los peajes libres en algunas autopistas, se logran amortizar a muy largo plazo los modelos más asequibles.
Afortunadamente, el coste de las baterías, clave en el precio de los eléctricos, sigue mejorando: cuando salió el primer Nissan Leaf en 2010, estaba en unos 1.000 euros por kWh y ahora apenas pasa de 100, y baja con rapidez por la mayor oferta. Según algunos estudios, las caídas permitirán que los eléctricos sean más baratos que los de combustión hacia 2022.